Domingo
Te despiertas en una cama que no es la tuya. Recuerdas que después de mucho beber decidieron ver una película y te dormiste antes de que apareciera el título. Te molesta no haber llegado a dormir a tu casa pero poco puedes hacer en este momento.
Camino a tu casa te topas con la novedad de que la calle ha sido tomado por una horda de ciclistas. Cuando finalmente llegas, decides sacar tu bici y unírteles. Coges una gorra, te pones los pants y te enchufas los audifonos.
Ruedas un poco y decides que vas a pedalear con tranquilidad y que si te cansas, te subes al metro y te regresas a tu casa. Todo el mundo va más rápido que tu. Te rebasan por todos lados.
Enfrente de ti aparece un puente vehícular, la pendiente se ve muy pronunciada, dudas si podrás subir. Ahí vas, poco a poco. Entonces, la cima. Después, literalmente todo es de bajada. El viento frío te cala las manos pero no bajas la velocidad. En ese momento los residuos de la noche anterior hace estragos... tienes sed.
Te detienes a comprar un gatorade. Sabe horrible. Tienes la boca pastosa. Vuelves a pedalear y te das cuenta que estas en la colonia del Valle. Para regresar tendrías que tomar un taxi. ¿Cabrá la bici?
Sigues, el esfuerzo no es mucho pero tratas de administrarte. Termina la del Valle, pasas por la San José Insurgentes. Vuelta a la derecha. San Pedro de los pinos, Escandon, Condesa. El paisaje cambia y se vuelve mucho más agradable. Notas que la gente que esta a tu lado sonríe igual que tu. Ya no te sientes tan mareado como cuando empezaste.
Termina la Condesa y empieza la Roma. Te gustaría que el recorrido siguiera por Durango hasta la Cibeles pero hay que dar vuelta a la izquierda. Notas que hay un after abierto. El guardia se sienta en una jardinera y notas que esta muy cansado, tal vez más que tu.
De pronto Florencia y llegas al Ángel. Te maravillas. A partir de ahí hay mucha más gente. Varios con bicis prestadas por el gobierno. Ese gobierno que tanto criticas. Poco a poco la gente se aglomera. Extranjeros por todos lados. Caray, hasta en bici hay congestionamiento. Sigues adelante. Entonces llegas a Juárez. Estas contento y ya tarareas la música que vienes oyendo. Unos metros más adelante, el centro. Tu centro. Te gusta mucho y vuelves a fantasear con vivir ahí.
Piensas que si te subieras al metro aquí, sería fácil llegar a casa, sin embargo confias en que puedes pedalear un poco más. Cruzas Izazaga y llegas a la Viga. Te das cuenta que estas tan cerca de tu casa como nunca. Una recarga de entusiasmo. Notas que ya dejaste de tararear y ahora estas cantando.
La Viga se transforma en las torres y llevas un rítmo insospechado.
Finalmente, el eje 5; vuelta a la derecha, avanzas y llegas al punto de donde habías partido.
Te sorprende no estar exhausto ni bañado en sudor. Te sientes más ciudadano, más chilango.
Hoy hiciste esta ciudad, más tuya.
Camino a tu casa te topas con la novedad de que la calle ha sido tomado por una horda de ciclistas. Cuando finalmente llegas, decides sacar tu bici y unírteles. Coges una gorra, te pones los pants y te enchufas los audifonos.
Ruedas un poco y decides que vas a pedalear con tranquilidad y que si te cansas, te subes al metro y te regresas a tu casa. Todo el mundo va más rápido que tu. Te rebasan por todos lados.
Enfrente de ti aparece un puente vehícular, la pendiente se ve muy pronunciada, dudas si podrás subir. Ahí vas, poco a poco. Entonces, la cima. Después, literalmente todo es de bajada. El viento frío te cala las manos pero no bajas la velocidad. En ese momento los residuos de la noche anterior hace estragos... tienes sed.
Te detienes a comprar un gatorade. Sabe horrible. Tienes la boca pastosa. Vuelves a pedalear y te das cuenta que estas en la colonia del Valle. Para regresar tendrías que tomar un taxi. ¿Cabrá la bici?
Sigues, el esfuerzo no es mucho pero tratas de administrarte. Termina la del Valle, pasas por la San José Insurgentes. Vuelta a la derecha. San Pedro de los pinos, Escandon, Condesa. El paisaje cambia y se vuelve mucho más agradable. Notas que la gente que esta a tu lado sonríe igual que tu. Ya no te sientes tan mareado como cuando empezaste.
Termina la Condesa y empieza la Roma. Te gustaría que el recorrido siguiera por Durango hasta la Cibeles pero hay que dar vuelta a la izquierda. Notas que hay un after abierto. El guardia se sienta en una jardinera y notas que esta muy cansado, tal vez más que tu.
De pronto Florencia y llegas al Ángel. Te maravillas. A partir de ahí hay mucha más gente. Varios con bicis prestadas por el gobierno. Ese gobierno que tanto criticas. Poco a poco la gente se aglomera. Extranjeros por todos lados. Caray, hasta en bici hay congestionamiento. Sigues adelante. Entonces llegas a Juárez. Estas contento y ya tarareas la música que vienes oyendo. Unos metros más adelante, el centro. Tu centro. Te gusta mucho y vuelves a fantasear con vivir ahí.
Piensas que si te subieras al metro aquí, sería fácil llegar a casa, sin embargo confias en que puedes pedalear un poco más. Cruzas Izazaga y llegas a la Viga. Te das cuenta que estas tan cerca de tu casa como nunca. Una recarga de entusiasmo. Notas que ya dejaste de tararear y ahora estas cantando.
La Viga se transforma en las torres y llevas un rítmo insospechado.
Finalmente, el eje 5; vuelta a la derecha, avanzas y llegas al punto de donde habías partido.
Te sorprende no estar exhausto ni bañado en sudor. Te sientes más ciudadano, más chilango.
Hoy hiciste esta ciudad, más tuya.
3 Comments:
Algo tan simple y siempre a tus manos, diverso, emocionante y novedoso, las cosas que ves cotidianamente desde otra perspectiva. Simplemente sin planear: un día para tí, sin prisas ni tensiones, sólamente dejándote llevar... ¡qué increíble!
TQM
&M
A veces un día puede ser muy pesado, entre semana incluso monótono, y podemos muchas veces ni siquiera percatarnos de las maravillas que podemos tener enfrente. Pero cuando un día abres los ojos y ves las cosas con una mejor vista, o no mejor, simplemente diferente… podemos encontrar esos pequeños detalles por los cuales vivir cada día de manera única y extraordinaria y como dices hacer nuestra no solo la ciudad, sino la vida en si.
Suelo tener esa perspectiva, a veces, y gracias a Dios aún creo que tengo esa capacidad de maravillarme con pequeñas cosas, no diario claro, pero de vez en cuando,… eso es, tomarse un respiro de las cosas de siempre y voltear a otro lado.
Me gusta tu blog, disfruto tus narraciones y en un día como hoy, volver a leerte me dio otra perspectiva, otro sentir, no solo de tu entrada en si, sino de mi completo día y disfrute de ese paseo en bicicleta por la ciudad, este domingo (si puedo)haré lo mismo y ya te contaré como me fue.
Gracias =)
TE QUIERO
Cada vez que escribes me siento un poco parte de tu vida, un poco sí.
Gracias
María
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