Peregrinación por la del Valle
Su madre lo inscribió en un colegio que tenía desde kinder hasta preparatoria. Lo hizo con la intención de que asistiera toda su vida, hasta antes de ir a la universidad, a la misma escuela. Se trataba el Panamerican workshop, mejor conocido como El Panamericano. Una escuela como marcan los cánones. Instalaciones construidas precisamente con la intención de servir como escuela, un auditorio muy grande justo enfrente de los salones del Kinder, amplios patios donde corrían los alumnos, maestras cuidadosamente seleccionadas y hasta una amable empleada encargada de servir los refrigerios a los niños pequeños.
El hombre propone y Dios dispone.
La propietaria de tan bien montada escuela tuvo a bien contratar un crédito en moneda extranjera poco antes de una de las acostumbradas devaluaciones nacionales. Así que cuanto faltó el dinero, los maestros renunciaron, los alumnos fueron cambiados a otras escuelas y el bien calculado plan de la madre se vino abajo.
La madre, entonces, revisó múltiples opciones y se decidió por una prestigiada escuela que, casualmente, tenía su sede a pocos metros del antiguo colegio. Los padres de muchos otros chicos tomaron la misma decisión; algunos de ellos tal vez seducidos por la idea de no tener que cambiar la ruta habitual de las mañanas.
La nueva escuela también impartía todos los niveles de la educación preuniversitaria. Era amplia y ella se separaban convenientemente las áreas de acuerdo a la edad de los alumnos. La diferencia entre un niño de kinder y un adolecente preparatoriano puede ser abismal, sobre todo vista desde los ojos de uno o del otro.
El proyecto educativo parecía haber vuelto al plan original. Finalmente, podría asistir a una sola escuela hasta el momento de viajar lejos para ir a la universidad. Los cursos pasaron uno después del otro. Cada cierto tiempo se hacían festivales emulando las tradiciones estadounidenses. Las clases de pintura donde los alumnos asistían vistiendo coloridas batas que los protegían de manchar sus ropas eran alternadas con las de música en las que balbuceaban canciones en inglés al tiempo que mecían los pies al ritmo de la música, sentados en una banca.
Dios da pan al que no tiene dientes.
Poco después de haber hecho su primer amigo, comenzó a meterse en problemas. Introducirse a un salón a través de una ventila para recuperar un juguete decomisado. Deslizarse por los largos y relucientes pasillos de la secundaria. En fin, travesuras inofensivas, salvo para las buenas conciencias de los directivos quienes amenazaron con negar la reinscripción al segundo año de primaria. La madre entonces lo amenazo: si era expulsado sería inscrito en un internado. El exilio.
Se suele decir que prohibir es alentar. Y así ocurrió, una pequeña falta colmó la paciencia de las buenas conciencias y se cumplió la amenaza. No habría reinscripción para el siguiente curso. Los directivos le comunicaron a la madre que tenía la posibilidad de mantenerlo ahí hasta terminar el año o podría, lo cual era recomendable, llevárselo desde ese momento a otra escuela.
Dios aprieta pero no ahorca.
La madre optó por la segunda opción. Lo inscribieron en una nueva escuela, justo a la mitad del ciclo escolar. Para todos los alumnos, aconstumbrados a verse las caras todos los días de lunes a viernes, él resultaba ser una novedad. Ser una novedad es bueno y malo. Hay quien se apiada del recién llegado y le ofrece ayuda; otros, tratan de probar los límites del nuevo miembro de la comunidad.
La nueva escuela, era radicalmente distinta. Había sido incrustada en los vestigios de una de las típicas casas antiguas de la zona. El jardín había sido cubierto por una plancha de cemento para evitar que el alumnado regresara al salón de clases lleno de lodo, después del recreo. Las habitaciones albergaban aulas y los armarios habían sido desprovistos de sus puertas para ampliar el área disponible para acomodar los pupitres. Respecto del nivel académico, ni hablar. El cambio no le ayudó mucho porque hubo temas que aún no habían sido estudiados en una escuela y ya habían sido tratados en la otra. El resultado: serias lagunas en el primer año de primaria.
La historia continuará...
El hombre propone y Dios dispone.
La propietaria de tan bien montada escuela tuvo a bien contratar un crédito en moneda extranjera poco antes de una de las acostumbradas devaluaciones nacionales. Así que cuanto faltó el dinero, los maestros renunciaron, los alumnos fueron cambiados a otras escuelas y el bien calculado plan de la madre se vino abajo.
La madre, entonces, revisó múltiples opciones y se decidió por una prestigiada escuela que, casualmente, tenía su sede a pocos metros del antiguo colegio. Los padres de muchos otros chicos tomaron la misma decisión; algunos de ellos tal vez seducidos por la idea de no tener que cambiar la ruta habitual de las mañanas.
La nueva escuela también impartía todos los niveles de la educación preuniversitaria. Era amplia y ella se separaban convenientemente las áreas de acuerdo a la edad de los alumnos. La diferencia entre un niño de kinder y un adolecente preparatoriano puede ser abismal, sobre todo vista desde los ojos de uno o del otro.
El proyecto educativo parecía haber vuelto al plan original. Finalmente, podría asistir a una sola escuela hasta el momento de viajar lejos para ir a la universidad. Los cursos pasaron uno después del otro. Cada cierto tiempo se hacían festivales emulando las tradiciones estadounidenses. Las clases de pintura donde los alumnos asistían vistiendo coloridas batas que los protegían de manchar sus ropas eran alternadas con las de música en las que balbuceaban canciones en inglés al tiempo que mecían los pies al ritmo de la música, sentados en una banca.
Dios da pan al que no tiene dientes.
Poco después de haber hecho su primer amigo, comenzó a meterse en problemas. Introducirse a un salón a través de una ventila para recuperar un juguete decomisado. Deslizarse por los largos y relucientes pasillos de la secundaria. En fin, travesuras inofensivas, salvo para las buenas conciencias de los directivos quienes amenazaron con negar la reinscripción al segundo año de primaria. La madre entonces lo amenazo: si era expulsado sería inscrito en un internado. El exilio.
Se suele decir que prohibir es alentar. Y así ocurrió, una pequeña falta colmó la paciencia de las buenas conciencias y se cumplió la amenaza. No habría reinscripción para el siguiente curso. Los directivos le comunicaron a la madre que tenía la posibilidad de mantenerlo ahí hasta terminar el año o podría, lo cual era recomendable, llevárselo desde ese momento a otra escuela.
Dios aprieta pero no ahorca.
La madre optó por la segunda opción. Lo inscribieron en una nueva escuela, justo a la mitad del ciclo escolar. Para todos los alumnos, aconstumbrados a verse las caras todos los días de lunes a viernes, él resultaba ser una novedad. Ser una novedad es bueno y malo. Hay quien se apiada del recién llegado y le ofrece ayuda; otros, tratan de probar los límites del nuevo miembro de la comunidad.
La nueva escuela, era radicalmente distinta. Había sido incrustada en los vestigios de una de las típicas casas antiguas de la zona. El jardín había sido cubierto por una plancha de cemento para evitar que el alumnado regresara al salón de clases lleno de lodo, después del recreo. Las habitaciones albergaban aulas y los armarios habían sido desprovistos de sus puertas para ampliar el área disponible para acomodar los pupitres. Respecto del nivel académico, ni hablar. El cambio no le ayudó mucho porque hubo temas que aún no habían sido estudiados en una escuela y ya habían sido tratados en la otra. El resultado: serias lagunas en el primer año de primaria.
La historia continuará...
4 Comments:
Solo pase a saludar... y sabes?, la historia me suena familiar jeje..., todo fuera como algunas "lagunas" en un año escolar no?.
Como siempre es muy agradable leerte, gracias.
Ansío la siguiente parte =D y asumo sabrás quién soy...
xxx
Mario!
A mi también me suena muy familiar, no por haberlo vivido sino porque se parece a la de alguien que quiero mucho…
Me encanta como narras la interesante historia de este niño travieso y las travesías que le hace pasar a su madre que lo quiere tanto.
Maaaaasss!
María
Gracias a las dos por leer el último post. Pronto pondré la continuación.
Hay Don Mario!!! quién lo viera, tan serio que se ve y con tanta historia detrás jajajaja "las apariencias engañan".
Me gusta mucho tu historia, me hizo sonreír e imaginar. Espero que pongas el segundo capítulo pronto.
Te mando un beso.
TQM
&M
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